sexta-feira, 2 de maio de 2008

Sobre a excelência e como conquistá-la


Artigo de Nora Bar
"A qualidade das pessoas é que determina o que se produz. De modo que se pode ter máquinas maravilhosas, mas se não houver gente extraordinária, não se poderá produzir ciência extraordinária"
Nora Bär (ciencia@lanacion.com.ar) é editora de Ciência e Saúde do jornal argentino "La Nacion", onde publicou este artigo:
En los siglos XVI y XVII, Galileo fue astrónomo, filósofo, matemático y físico. En esas épocas, una sola persona -- claro que no cualquiera: ¡Galileo, nada menos! -- podía abarcar el conjunto de los conocimientos de su tiempo.
En el mundo globalizado de hoy, la ciencia dejó de ser una empresa individual para convertirse en un aparato gigantesco cuyos engranajes exceden lo puramente académico y cuyos hallazgos impulsan no sólo el avance del conocimiento, sino también la competitividad de los países.
A los científicos actuales ya no les basta, como se cuenta que hizo Galileo, con asomarse a la Torre de Pisa, lanzar dos piedras y observar cómo caen. Para alimentar la moderna maquinaria de experimentación, capaz de bucear en el submundo de la materia y de desmontar las piezas de la vida, se necesitan equipos monumentales y cuantiosas inversiones que no suelen estar al alcance de los países en desarrollo.
¿Entonces qué chance les queda a los jóvenes David frente a los superpoderosos Goliat que dominan el escenario científico global?
En el discurso de apertura de la última reunión de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, su ex presidente, David Baltimore, formuló algunas ideas que vale la pena tener en cuenta.
Baltimore ganó el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1975 (junto con Renato Dulbecco y Howard Temin) por el descubrimiento de la enzima que en los virus oncogénicos "traduce" el ARN en ADN. Pero además de ser un científico brillante, fue un administrador exitoso que presidió la Universidad Rockefeller y el Instituto Tecnológico de California, y asesoró a los gobiernos de la India y Ruanda en temas científicos.
Contrariamente a lo que podría suponerse, para él la fuerza de un país en materia científica no depende tanto de los equipos e instalaciones como de la calidad de los investigadores. Entre otras cosas, aconseja mantener un alto nivel de excelencia en la selección de recursos humanos, impulsar el desarrollo de instituciones pequeñas, no separar la enseñanza de la investigación y preservar la libertad académica de los científicos. Por otra parte, insiste en que -aun para los países en desarrollo- la ciencia básica (que no tiene un fin definido) es insoslayable.
"Incluso si uno tiene la intención de que sus graduados trabajen en las cosas más prácticas, el entrenamiento que reciben en la ciencia básica es el mejor que se les puede ofrecer", afirma durante una entrevista publicada por SciDev.net.
"Desarrollar ciencia de primer nivel es difícil -- dice Baltimore --. Sólo se llega a la excelencia después de un proceso largo y trabajoso. Si uno [se limita a comprar] una máquina, produce ciencia estándar. En investigación, son las personas las que hacen la diferencia, haciendo cosas nuevas y formulando nuevas preguntas. La calidad de la gente es la que determina lo que se produce. De modo que uno puede tener máquinas maravillosas, pero a menos que tenga gente extraordinaria, no podrá producir ciencia extraordinaria."
En un mundo dominado por el dinero, es reconfortante pensar que Baltimore puede tener razón...
(La Nacion, Buenos Aires, 30/4)
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